En esta etapa de la vida, existen ejercicios más recomendables que otros, y siempre deben estar supervisados por el profesor de educación física y el obstetra. Aquí, las claves para una gestación activa.
¡Arriba, se puede!, arengaba Luisana Lopilato en un video en que, con siete meses de embarazo, se mostró realizando un entrenamiento funcional. La filmación en blanco y negro, que se pudo ver por la red social Instagram, mostraba como la actriz ejercitaba brazos y piernas.
A la hora de practicar una rutina, la futura madre debe preguntarse qué precauciones tomar, y qué tipo de ejercicios elegir, además de contar con una supervisión conjunta del profesor de educación física, que diseñará un esquema adecuado, y el obstetra, que comprobará cada situación particular y si la mujer cursa un embarazo sin riesgos.
El doctor Ricardo Illia, quien es obstetra perteneciente al ACOG-FRSM (Fellow American College Obstetricians and Gynecologist-Fellow Royal Society of Medicine) destacó que cuando una mujer pregunta si puede hacer ejercicios durante la gestación, el profesional debe tener en cuenta los factores de riesgo que presenta la embarazada, entre ellos el riesgo de nacimiento pretérmino y patologías asociadas, como hipertensión gestacional, entre otras. “En el caso de las embarazadas con diabetes gestacional, está demostrado el efecto benéfico del ejercicio para el control metabólico del embarazo. En cambio, si se trata de una paciente con placenta previa oclusiva, su actividad física se verá muy limitada”, ejemplificó.
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A su turno, el doctor Jorge Franchella, médico deportólogo y cardiólogo que se desempeña como director del Programa de Actividad Física y Deportes del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, explicó que el embarazo tiene tres etapas de tres meses cada una. En la primera -en la que más se deben tomar recaudos con el ejercicio- se forman los órganos del niño; en la segunda maduran y en la tercera crecen. Si bien en esta última no hay un peligro mayor, “la actividad física estará condicionada por la comodidad de la madre”, destacó. A su vez indicó que “este último período se aprovecha para fortalecer los músculos de la pelvis con el fin de que la mujer realice un trabajo de parto normal”.
En esa línea, agregó que se considera riesgoso el primer trimestre dado que en él se produce la implantación del embrión y “si la embarazada encuentra cualquier tipo de sangrado durante esta etapa, tiene formalmente contraindicado suspender la actividad física”.
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¿Pero qué rutina elegir? El obstetra especificó que hay tres tipos de ejercicio recomendados: con traslación de peso (caminar), con portación de peso (bicicleta) y con anulación de peso (pileta). En palabras del profesional, el mejor es “el que anula el peso con el agua, que debe estar a no más temperatura de la del cuerpo de la madre”. Además el solo hecho de que la gestante se sumerja una piscina mediana, “hace que la presión del agua introduzca en sus venas todo el líquido retenido en exceso y a la media hora deba salir a orinar”.
De acuerdo con Franchella, “todo ejercicio tiene que ser moderado y se deben evitar los deportes de contacto en los que puede haber caídas o choques con el abdomen por golpes”.
“Lo que se aconseja es la bicicleta, con un asiento adecuado, porque le permite a la mujer ejercitar las piernas sin soportar el peso del cuerpo. También es apropiado el pilates mat, ya que la embarazada está en el suelo mientras lo practica. Y si bien no hay peligros con la natación, esta disciplina debe estar siempre autorizada por el obstetra, ya que algunos no lo recomiendan porque el agua podría estar contaminada”, sostuvo el médico deportólogo.
¿Pero cuando parar? “Un consejo importante para regular la cantidad del esfuerzo es que mientras haga cualquiera de los ejercicios descriptos, la embarazada pueda mantener una conversación normal. Cuando llega el punto en que no la pueda sostener sin esfuerzo, debe suspender la actividad”, indicó Illia.
Mientras que Franchella detalló que hay tres cosas de las cuales la mujer debe cuidarse: por un lado, no debe aumentar la temperatura del cuerpo de forma desproporcionada; la segunda es tratar de evitar de que baje el azúcar en sangre (glucemia), algo que ocurre cuando se realiza actividad intensa, debido a que el niño se alimenta de él durante toda la gestación; y la tercera es que no realice ejercicios violentos que liberen adrenalina, porque esta hormona hace que las arterias se cierren y no llegue la sangre de forma adecuada al bebé.
“En el común de las mujeres el ejercicio debe ser moderado. Y si bien hay gestantes que realizan rutinas más exigentes, ya sea porque quieren recuperar su figura con más rapidez o por una devoción al deporte de manera intensa, son excepciones que siempre deben estar consensuadas con el obstetra y entran dentro del llamado ‘alto rendimiento’”, indicó Franchella.
Por último, el doctor Illia enumeró en qué casos el ejercicio está contraindicado: en las pacientes con cualquier tipo de sangrado, rotura de membranas, alto riesgo de nacimiento pretérmino y algunos tipos de hipertensión arterial.