De la posible reconciliación de Pico Mónaco y Pampita se viene hablando desde que comenzó el año, pero hubo que esperar hasta la madrugada del sábado 13 de enero para que sucediera el primer hecho sustentable: ya con la luz del amanecer, a las cinco y treinta de la mañana, la modelo y el ex tenista salieron juntos de la disco “Tequila” y, cada uno en su auto, partieron hacia el mismo destino.
Ese fue el primer episodio que hace aventurar un final feliz para la novela del verano, y que podría cristalizarse con anuncios oficiales cuando ella regrese de celebrar su cumpleaños en Tulum, México, o en los mismísimos festejos de sus cuatro décadas.
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El paso a paso de los acontecimientos dejó entrever que quien tuvo que “remarla” y acelerar a fondo para reconquistar a la otra parte fue “Pico”. El deportista llegó a Punta en los primeros días de enero, alquiló con amigos un soberbio piso en la Parada 30 de la Brava y se enfocó en el manejo de su primer emprendimiento gastronómico en el Este, “Casa Babel”, un restobar nocturno donde siempre se lo vio “al pie del cañón”.
Expectante, Mónaco intentó sigilosamente ir acercándose a “Pampita”, y para eso tuvo como intermediarios válidos a la maquilladora Estefanía Novillo, al estilista Zacarías Guedes y al coach de baile Charly San Martín, todos parte del cirulo íntimo de la modelo. Pero la cosa no venía fácil, y entonces “Pico” tuvo que cambiar de estrategia.
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Por primera vez se lo vio dejar las playas de la Punta y desensillar en “La Susana”, de José Ignacio, el parador donde ella juega claramente de local. Acompañado por un amigo ecuatoriano que le dejó el tenis, Luis Morejón (44), se instaló en territorio ajeno y jugó sus cartas.
Con gestos expresivos y hasta ampulosos se lo vio conversar con Novillo y con Guedes, quienes oficiaron de nexo mediador. Y cuando no estaban en la playa, los mensajes de Whatsapp esperaban respuestas con buenas noticias. Por momentos se lo vio hasta desalentado, pero nunca claudicó. Dicen quienes frecuentan a ambos que “Pampita” no se la hizo nada fácil, y que si él quería volver mucho iba a tener que hacer para convencerla.
Hasta que el reencuentro llegó. Más allá de las versiones que afirmaban haber visto el Citroën Cactus de Carolina en el departamento que alquiló él, en la noche del viernes 12 se plasmó lo que se insinuaba.
La modelo empezó la noche divirtiéndose en la fiesta que ofrecieron los Sulichin en su chacra de La Boyita, donde pasaron música sus amigos “Puli” Demaría y “Chule” Bernardo. Y desde ahí, ya en las primeras horas del sábado, se fue con amigas a “Tequila”, adonde ya había llegado “Pico” desde “Casa Babel”. Nadie vio más allá de una charla amistosa, pero sí se fueron juntos ante la mirada atónita de algunos pocos testigos.
Decididamente, ese fue el mojón que marcó el nuevo rumbo de la relación. Al día siguiente, “Pampita” almorzó con dos de sus hijos, Bautista (9) y Benicio (3), y la diseñadora María Cher, en el restó “La Huella”. Cuando se retiró, ya bien entrada la tarde, dijo que fue un “verano hermoso” y que el domingo 14, a la noche, se volvía a Buenos Aires.
Ilusionada con la firme posibilidad de que su programa de la señal KZO pase a Telefé, jugó con los fotógrafos a que ella era la “paparazzi “ y se despidió formalmente. Pero antes de dejar José Ignacio, bajó repentinamente a la playa de “La Susana”, donde no por casualidad estaba “Pico”. Fue un encuentro fugaz, porque ella se volvió rápido al auto. Pero alcanzó para instalar ese nuevo escenario de diálogo y entendimiento.
Hasta que el domingo 14, después de casi un mes en Punta, se tomó con sus hijos un vuelo de Aerolíneas Argentinas directo al Aeroparque porteño. En su cabeza ya palpitaba lo que será su cumpleaños en Tulum, donde en principio Mónaco no figuraba entre los invitados... Pero él sabe mejor que nadie, como lo demostró cuando empuñaba una raqueta, que jamás hay que sentirse vencido ni aún vencido.
por Carlos Cervetto
(desde Punta del Este)
F. DE BARTOLO/PERFIL y Ernesto Pages