Encontrar el propio lugar en el mundo posiblemente sea el desafío más importante y que mayores interrogantes genera para cualquier ser humano. Combatir los obstáculos es esencial en la experiencia del hombre. Sortear pequeñas y grandes batallas, levantarse, luego de desplomarse y hacerse de fuerza y paciencia para seguir adelante y alcanzar el objetivo que cualquiera desee trazarse, desde el más pequeño hasta la más grandes de las luchas, es parte de nuestra frágil existencia. Kooza representa ese reto en la piel de un payaso naive y encantador, llamado Inocent, que protagoniza esta saga del Cirque du Soleil, ésta vez – y en Buenos Aires- producido por Main Event y Five Pro.
Escrito y dirigido por David Shiner, quien previamente había trabajado como payaso en el espectáculo del “Cirque du Soleil Nouvelle Expérience”, el show fue estrenado por primera vez en 2007 en su sede central, Montreal, Canadá.
“Hace más de diez años, empecé a hablar con Guy Laliberté y Gilles Ste-Croix sobre la posibilidad de crear un nuevo espectáculo para el Cirque Du Soleil. Por aquel entonces, pensamos algo básicamente protagonizado por el arte de los payasos. Con el paso de los años, mi sueño iba más encaminado hacia el espíritu del personaje. Quería crear un mundo que revelara su vida interior, sus esperanzas, inocencia, miedos, soledad, risas y sobre todo su amor. Pasamos por la vida inmersos en un mundo de asombrosa belleza y aterradora crueldad y violencia. Ninguna otra persona de nuestra historia común comprende mejor esta dualidad que el payaso; él quiere que riamos y lloremos, nos recuerda nuestra humanidad y nuestras esferas más íntimas. Nos despierta ternura y nos pinta sonrisas en el rostro con su dulzura” comentó Shiner.
Para poder montar la carpa de colores azul y amarillo, que se presenta en la Costanera Sur de Buenos Aires hasta el 22 de mayo, se precisaron 70 personas que levantaron 100 postes en 9 días. Otros 3 días serán necesarios para desmontarla, así como 60 camiones para transportar todo el equipo, incluidos los 76 containers y “la rueda de la muerte”, superando ésta los 700 kilos. Los más de 6 millones de espectadores que han visto el show en 50 ciudades de 12 países han quedado conmovidos con esta historia de tradiciones circenses que es representada por 110 artistas -entre técnicos y performers- de 20 nacionalidades (cuyas banderas junto con la del país anfitrión flamean en la gran carpa con sus 17 metros de altura). Es una ciudad andante, como lo eran los circos de antaño que recorrían grandes distancias en desvencijados carromatos, pero ahora, transformada en una ciudadela, equipada con la más avanzada tecnología a disposición de la ilusión y la magia del arte nómade.
El circo le propone a Inocent el espacio para esa exploración, la del propio ser, la del niño interior, el pequeño que ante las circunstancias más desafiantes deberá intentar salir airoso para dar otro paso hacía adelante y remontar en vuelo. Las herramientas y los artilugios que tendrá a su disposición serán muchos y en ocasiones impensados hasta para el propio protagonista. Por eso, si alguien puede convocar todas las emociones humanas, eso lo logra Kooza.
Pequeño pero poderoso, decidido e intrépido, divertido, nostálgico, enérgico y temeroso por momentos, Inocent lleva al espectador de la mano y lo invita a ingresar en su infinito y díscolo universo. El ida y vuelta que se produce es único y emociona hasta las lágrimas, porque a diferencia de otras experiencias circenses, Kooza no sólo nos toma de la mano –mano por momentos temblorosa, por momentos fuerte- sino que además, nos arrastra a esos lugares del recuerdo de la infancia, de tiempos vividos y que han quedado sepultados por el trajín de la vida adulta. Alrededor de él y sobre el plató, por encima y por debajo, explotan las experiencias tradicionales del circo, de sus acróbatas, contorsionistas, equilibristas y clowns. Es la pureza de la expresión artística que abre el corazón de grandes y chicos y no sólo para el deleite sino para el viaje de la imaginación.
Pero el camino a recorrer no es sencillo. Trickster, el arquetipo del Pícaro y uno de los personajes centrales del espectáculo juega el enigmático rol del guía. Es el maestro de ceremonias quien todo lo controla y a su vez, juega el papel del conductor sobre quien reposa el cambio permanente de climas. Tensión electrizante con su mirada de serpiente encantadora es lo que genera Trickster en el mundo de Inocent, a quien también protege pero a la vez le impone socarronamente desafíos. El Perro Loco es el fiel compañero. Junto con El Rey y la Corte de Payasos –bufones compinches y cual lacayos de tiempos lejanos- las escenas recrean unas tras otras, la liturgia ensoñada del circo, esa misma que cuando pequeños nos permitía creer e imaginar que todo es posible, que todos los mundos son posibles, como sostenía desde la filosofía el alemán Gottfried Leibniz o el mismísimo Umberto Eco. Y para Kooza todos los mundos son posibles a través de Inocent, la perfecta metáfora de lo inalcanzable: la victoria de la alegría frente al temor y al miedo de lo que la vida le depara. Si de la Caja de Pandora de la mitología griega, aquella tinaja de barro que Zeus prohibía abrir, escaparon todos los males del mundo, en cambio, de Kooza –nombre inspirado en el término sánscrito koza- se transforma en una caja de sorpresas, tal su traducción. Por eso la presencia del un humor desopilante, que no por ello deja de ser picante y con doble sentido, es ejecutado en nuestro idioma lo que lo hace más cálido e impactante, más asequible, tal como lo pudieron disfrutar los propios payasos con las carcajadas que recibían del público argentino, con el cual la química se hizo presente desde el momento cero. La premier en Buenos Aires fue el jueves 21 de marzo, a las 20 horas en punto. Fue el momento en que se abrieron las puertas del Tapis Rouge y CARAS recibió a sus exclusivas celebridades invitadas. Susana Giménez junto a su hija Mercedes Sarrabayrouse y el resto de su familia, fue la gran estrella de la noche. “Ser parte de este gran evento es un honor y un lujo. Aquí todo es perfecto y tiene la misma dinámica que en el resto del mundo. He visto varios espectáculos del Soleil en Las Vegas y siempre he salido conmovida”, expresó la diva, que se ubicó en la primer fila. El blooper de la noche fue cuando los payasos del circo, minutos antes del inicio del show, comenzaron a jugar con el público y uno de ellos, con un soplete en la mano, despeinó a Mercedes, mientras Susana reía, invadida de pochoclos voladores. Pepe Cibrián resaltó el arte y la estética del espectáculo y jugó con los payasos, cuando uno de ellos, con un bife en la mano, le golpeaba descaradamente en su cabeza. “Nunca me reí tanto en mi vida. Por momentos me sentí un niño”, sentenció el actor y director que aclaró que el pedazo de carne, obviamente, era de tela y goma sintética. En el VIP de CARAS se brindó con champagne “Rosell Boher”, mientras los invitados degustaban todo tipo de delicatessen. Nicole Neumann rescató que no se utilizaran animales en el show, Verónica de la Canal ponderó el vestuario, y Rossella della Giovampaola enfatizó la disciplina prusiana de los artistas. “Cuando se habla del circo se habla de mi vida” – comentó Flavio Mendoza– “Yo abrí los ojos y vi a mi mamá haciendo equilibrio. Este universo me hace acordar a mi infancia, a las Navidades debajo de la carpa… a la emoción de saberme artista”.
Stéphane Roy fue el encargado de diseñar el escenario para Kooza, evocativo de una plaza en una feria, la que tiene una importante zona dentro del show con el despliegue permanente de una torre móvil denominada “Bataclan”. Su ornamentación está inspirada en los coloridos buses pakistaníes y en la cultura y joyería hindú. La gran estructura hecha de tela tras el Bataclan es de naturaleza orgánica, ya que posee un impreso con motivos referenciales que asemejan la estructura interna de las hojas, sus venas esparcidas por todo el domo, análogo al cielo de una noche estrellada.
La sorpresa fue la aparición de Trickster quien irrumpió junto a dos acróbatas en el VIP para saludar a nuestras celebridades. Con su postura, tan estética como lineal, posó con la mayoría de los invitados. Con gestos grandilocuentes, dio la bienvenida a Kooza. Leonor Benedetto llegó con su nieta, y dijo que era su debut. “Nunca los he visto en vivo. Estoy súper emocionada. Y poder compartir esta belleza con Matilda, es como una bendición celestial”. Pampita y Nicole Neumann llegaron con sus hijos y en ellos, estuvo puesta toda la emoción y las expectativas. “Verlos disfrutar con tanta sorpresa es lo mejor que nos puede pasar como madres…”, coincidieron las modelos y conductoras. Juan Darthés y Agustina Cherri llegaron con sus familias y fueron los más expresivos a la hora de las definiciones: “El Soleil es Todo”.
La iluminación de Martín Labreeque es el canal conductor de las grandes emociones, fragilidad y fortaleza, risas y desbarajustes; perfectamente embretada con la faena escénica en donde el artista ocupa el lugar central de las miradas. Setenta proyectores LEDs se ubican estratégicamente para darle marco y hacer resplandecer la enorme bóveda que corona el “Bataclan” y así acompañar los momentos de fragilidad y agitación y todos los compases intermedios, ejecutados por la música de una banda en vivo, de primer nivel.
CARAS fue parte de una noche de gloria y celebraciones. Los livings ubicados estratégicamente en el “Tapis Rouge” combinaban los colores púrpura, color que define a Kooza, con el colorado y el blanco. Flores, bombitas de colores y un clima circense vivieron los 300 invitados a la premiere. Andrea del Boca llegó con sus padres y su hija, Anna Chiara, y recordó su protagónico en “Había una vez un Circo” con Gaby, Fofo y Miliki. Susu Pecoraro evocó la tristeza que le daban los payasos hasta que se enfrentó con la magia del Soleil y tanto Laura Franco como Karina Mazzoco se mostraron fascinadas y felices de compartir la experiencia junto a sus hijos; Luca y Malek. “Lo que más me conmueve –sostuvo Flor Torrente, que llegó junto a su hermano Tomás Kirzner– es la capacidad que tiene el Soleil para fusionar la destreza humana con la música y la estética”. Martín Seefeld llegó con sus hijos y contó la emoción que siempre le provocaron los espectáculos circenses. “Es como estar en otra dimensión, en un espacio sin tiempo, donde sólo te moviliza la emoción”, finalizó Alejandro Lerner, quien se declaró fanático del Cirque. Hernán Lombardi, titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos estuvo presente junto a su esposa Vivian Sanz y su hija Maurina quienes agradecieron la invitación efusivamente. Martín Insaurralde junto a su esposa, Jesica Cirio también se deleitaron con el espectáculo.
El maquillaje de Florence Cornet, de líneas simples y colores puros queda ensamblado con el vestuario propuesto por Marie-Chantale Vaillancourt, más relacionado con el circo tradicional: rojo, blanco y dorado. Los trajes están diseñados desde el punto de vista de Inocent cuyo atuendo posee líneas horizontales, es muy ajustado, con mangas hasta las muñecas y pantalones muy cortos, buscando ilustrar y evocar aquella típica vestimenta del niño antiguo, en las postrimerías del siglo XIX. El Trickster por su lado, está vestido impecablemente, con las mismas líneas coloridas que el Inocente, solo que verticales. Las líneas de su traje están tan bien alineadas que coinciden con las del casco, el pantalón, y los zapatos.
La historia del circo se remonta al legado cultural dejado por algunas de las civilizaciones antiguas, desde el lejano oriente como China, Mongolia e India hasta el occidente próximo en los albores de Grecia, Roma y Egipto, algunos de los países de los que proceden los artistas de Kooza. En estas sociedades, aproximadamente 3.000 años atrás, algunas de las actividades que hoy relacionamos como parte del contenido circense, como la acrobacia, el contorsionismo o el equilibrismo, tenían una utilidad altamente relacionada con la preparación de los guerreros antes del combate, con los rituales religiosos y con las prácticas festivas. Kooza técnicamente relata este tipo de historias, que se convierten en el esqueleto de la puesta. La grandiosidad de los números aéreos deja a todos boquiabiertos, y genera esa expectativa y anticipación de lo que puede llegar a suceder si algo no sale como está previsto, y cuando ello sucede, agrega mayor tensión y diversión. Es el tipo de historias que cuando no logran su cometido producen que el público se estremezca y aplauda a rabiar para ayudar de alguna manera a conseguir que el acróbata lo logre, que el truco salga. La euforia que en todos los presentes genera es indescriptible y el trapecio, los malabares, la cama elástica, los zancos, la cuerda floja y la estruendosa “rueda de la muerte” dejan sin aliento. Es trabajo de equipo como la batalla misma, en su pura expresión, es la vuelta a los orígenes del ser humano, donde la comunidad se protege, apoya y de esa conjunción surge la magia a metros y metros de altura.
Si la curación del alma se logra a través de la risa, el circo es esencial para despejar de nuestro cuore todo aquello que nos agobia y la vida que nos alcanza, para por lo menos, en ese instante, recrear aquella sensación de seguridad que las alegrías de la infancia suelen recordarnos. Y Kooza en ese sentido es el remedio esencial.