En un hermetismo casi total, Juliana Awada acompañó el minuto a minuto de la internación de su esposo, el presidente Mauricio Macri: la incertidumbre acerca de la gravedad del primer diagnóstico, que constató la arritmia; la decisión del mandatario de seguir adelante con su agenda, a pesar de la contraindicación del jefe de la Unidad Médica Presidencial, Simón Salzberg; la posterior internación que, durante cuatro horas, la dejó en vilo a ella y a todo un país; la incipiente madurez de su hija Antonia, quien estuvo atenta a todo lo que le pasó a su papá; en definitiva, la familia, tan importante para el mandatario, tanto en las buenas como en las malas. En diálogo con CARAS, que dio la primicia de la internación, la primera dama contó cómo pasó el fin de semana el presidente y habló de su excelente estado de ánimo.
—¿Cómo pasó el fin de semana el Presidente?
—La verdad que muy bien, en nuestra quinta como todos los fines de semana, en familia y con amigos.
—¿Es cierto que su esposo hizo deportes?
—El domingo jugó al tenis conmigo a la mañana y, a la tarde, al paddle con sus amigos. Hoy temprano, se fue a trabajar como todos los lunes.
—¿No le parece mucho hacer deporte un día después de haber estado internado?
—El médico lo autorizó a hacer deporte. Mauricio es una persona sana, con mucha energía y está acostumbrado a trabajar muchas horas por día. Más en este momento de tanta responsabilidad.
—Pero la salud está antes que ninguna otra cuestión.
—¡Por supuesto que se cuida!
—¿Esta con dieta o alguna restricción?
—Vida absolutamente normal.
—Tanto usted como su hija estuvieron en la Clínica durante la internación, ¿qué decía Antonia?
—Antonia estuvo siempre con nosotros. Fuimos los 3 juntos desde la Quinta de Olivos hacia la Clínica. Ella estaba atenta a todo lo que le pasaba a su papá. Y estábamos con él en la habitación. Fueron sólo un par de horas. Después nos vinimos a dormir a Olivos. Y al otro día, trabajó a la mañana y después nos instalamos en nuestra quinta. Agradezco a todos los que se preocuparon.
Hoy, la noticia es que Mauricio Macri está recuperado, aunque al mismo tiempo pasó a ser un paciente con antecedentes cardíacos. El dato, que CARAS anticipó en exclusiva, no es menor tratándose de una cuestión de Estado como lo es la salud presidencial.
Transcurrieron ocho horas desde la constatación de la fibrilación auricular, a las 15:00 horas del viernes 3 de junio, hasta el alta médica, minutos después de las 23:00. Poco después del mediodía, el mandatario sintió palpitaciones y se lo comunicó al jefe de la Unidad Médica Presidencial, doctor Simón Salzberg. El diagnóstico del ex jefe de Cardiología del Hospital Fernández fue inmediato: fibrilación auricular o arritmia, una afección cardíaca que padece un bajo porcentaje de la población y consiste en un trastorno eléctrico donde las aurículas no se contraen de manera coordinada provocando una alteración en el ritmo de los latidos del corazón.
En un paciente sin antecedentes, como hasta entonces era Macri, el pronóstico era bueno. De todas maneras no podía descartarse una de las posibles complicaciones: el tromboembolismo, que puede derivar en un accidente cerebrovascular. Es por eso que fueron llamativas las tres horas que transcurrieron desde que al presidente se le realizó el diagnóstico hasta el horario en el que se concretó la internación. Según trascendió, fue suya la decisión de continuar con su agenda, que preveía un encuentro informal con periodistas en la Quinta de Olivos, a pesar de la recomendación de Salzberg de su trasladarlo a un centro médico.
La voluntad de Macri de continuar con su agenda fue uno de los indicios que confirmó que un presidente no es un paciente normal, aunque la salud desconozca de títulos, pergaminos y poderes. Si nos remitimos a sus antecesores, queda más claro aún: Carlos Menem padeció una suboclusión de la arteria carótida derecha; Fernando De La Rúa sufrió un neumotórax y la obstrucción de una arteria coronaria que derivó en una angioplastía; Néstor Kirchner tuvo una úlcera erosiva gastroduodenal, una suboclusión de la arteria carótida derecha y una oclusión de la arteria coronaria circunfleja; y Cristina Fernández fue operada de un cáncer de tiroides, se le drenó un hematoma subdural producto de una caída, tuvo que ser internada por una diverticulitis complicada con una sigmoiditis y hasta presentó la misma arritmia que afectó a Macri, provocada por su disfunción tiroidea.
En paralelo, mientras el mandatario se preparaba para el off con el jefe de redacción de revista Noticias, Edi Zunino, Eduardo Feinmann, Gloria López Lecube y Walter Curia, el titular de la Unidad Médica activó el protocolo referente a la salud presidencial. A pesar de que el presidente suele atenderse en hospitales y sanatorios de la Ciudad de Buenos Aires, a las 17:00 Salzberg avisó a la Clínica Olivos, ubicada a sólo tres cuadras de la residencia oficial, que se prepara para recibir al mandatario.
Tan sólo media hora después, CARAS recibió la información y la corroboró con altas fuentes médicas. A las 18:03, la primicia se publicó en la edición online de la revista, aunque rápidamente fue desmentida por el Gobierno. La foto de Mauricio con los cuatro periodistas en un living de la Quinta de Olivos era irrefutable. Macri aún no estaba internado, pero en cuestión de 72 minutos lo estaría. Algunos periodistas se remitieron a reproducir la versión oficial negando con razón la internación, pero sin ejercitar el músculo más preciado de esta profesión: la duda. Aún no lo habían internado, pero la arritmia yacía allí, tan silenciosa como la sinceridad del Gobierno.
A las 18:40, la decisión de internarlo estaba tomada, incluso antes de que el presidente terminara su encuentro con periodistas. A las 19:15, acompañado por su esposa, Juliana Awada, y su hija, Antonia, el presidente finalmente llegó a la Clínica Olivos, a pesar de que el dato ya se había hecho público.
El ingreso de la van presidencial se realizó por una puerta lateral que tiene acceso directo a la guardia y por donde ingresan las ambulancias. Fue en el subsuelo donde a Macri se le practicó el primer examen de rutina para su diagnóstico: un ecocardiograma doppler transesofágico para descartar la presencia de trombos auriculares, que determinó que el corazón estaba sano. Luego, se lo anestesió para someterlo a dos cardioversiones eléctricas por medio de un desfibrilador, una suerte de “reseteo” del corazón a través de una descarga eléctrica para normalizar la frecuencia cardíaca.
Aunque en principio se atribuyó la dolencia al estrés, el mandatario tiene antecedentes cardíacos familiares: su padre, Franco Macri, sufrió un infarto en 1983, mientras que su hermano mayor, Gianfranco, tuvo tres angioplastías por obstrucciones arteriales.
Primer medio presente en la clínica, CARAS pudo constatar la discreta presencia de la van presidencial y de los móviles de custodia, que trataban de pasar desapercibidos para mantener en secreto la dolencia del presidente. Hasta apagaron las luces del estacionamiento de la guardia para que no se advirtiera la presencia del vehículo oficial.
Macri se recuperó de la sedación en la habitación 605 del sexto piso, donde funciona la Unidad Coronaria, en compañía de su mujer y de su hija menor. En cualquier caso similar, el paciente debería pernoctar en la clínica para ser observado, sin embargo, el mandatario tomó la decisión de irse de alta a las 23:05.
Esa noche durmió con normalidad y el sábado se despertó de buen humor. A las 10:00 ya estaba trabajando, para sorpresa de sus íntimos, reunido con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, el jefe del bloque oficialista de Diputados, Emilio Monzó, y el ex senador, Ernesto Sanz. Al finalizar el encuentro, se sometió en Olivos a un electrocardiograma que dio normal.
A pesar de la recomendación médica de no moverse de la residencia oficial, donde hay equipamiento de emergencia médica, Mauricio decidió pasar el fin de semana en la quinta familiar Los Abrojos, en San Miguel. Allí cumplió con el tratamiento preventivo a base de un antiarrítmico y un anticoagulante por vía oral, así como un ansiolítico, para atacar la causa principal que provocó la arritmia: el estrés.
El presidente ya retomó su agenda con normalidad, aunque por precaución en unos días será sometido a un Holter de 24 horas para chequear el ritmo cardíaco que determine cómo continuar el tratamiento.
La primicia de CARAS quitó el velo sobre una cuestión de Estado como lo es la salud presidencial y obligó al Gobierno a modificar el protocolo informativo en ese sentido.
Por Diego Esteves.
Fotos: Mauro Fonseca, AFP y CEDOC.