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ACTUALIDAD 19-06-2016 09:24

Adiós al "Tano" Vianini: el homenaje de su hijo Giuseppe

"Fue un luchador y esperaba revancha". Galería de fotosGalería de fotos

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Papá fue un grande, siempre con consejos buenos, siempre diciéndome "no te deprimas, mañana es otro día. No te caigas, vamos, fuerza, para adelante". Como decía: "siempre a fondo". Era una persona que estaba luchando hace 46 años, con una vida muy difícil, pero que hasta el último momento decía "fuerza".

Me enseñó muchísimas cosas y tal vez no fue un padre muy normal para mucha gente. Él decía, "un hombre, siempre un hombre", porque después del accidente (el 4 de octubre de 1970 su auto se despistó en el autódromo de Las Flores y quedó cuadriplégico a los 27 años) no podía tener relaciones (sexuales), no podía tener esa vida. Pero fue también un hombre visionario, porque siempre trataba de generar negocios. Por ahí confiaba mucho en la gente. Demasiado a veces, pero por su necesidad de triunfar y que le vaya bien en algo. En fin, era mi amigo.

Y siempre decía "quiero una revancha, yo no merezco esto, quiero una revancha". Luchaba por eso, por tratar de informarse a través de la ciencia. Luchaba por recuperarse, para que se fabrique una médula y pueda volver a ser él. Era una persona que siempre pensó que iba a lograr su objetivo. Hacía gimnasia a la mañana, por más que sólo podía mover los brazos en la parte de los hombros y así seguía luchando mientras veías la mitad de su cuerpo paralizado. Era muy fuerte y con su cabeza trataba de mandarle algún mensaje a los dedos a ver si podía moder alguno. Esa era su terapia personal. Se fue un grande; mi padre, un luchador.

Ser piloto le vino de familia. Empezó a correr en moto, era hijo de padre tuerca, ya que mi abuelo, Pepino, fue otro fanático de los motores. Papá era un ser que siempre iba a fondo. A mí me hacía manejar con doce años para llevarlo a Campana. Y me hacía ir por la Panamericana con un almohadón y de repente, cuando tenía que frenar, me decía "acelerá a fondo, ¿por qué frenás?". Y me pegaba y me decía "tenés que hacer punta y taco, doble embrague". Pero papá, le decía yo, "¡tengo doce!". Era muy exigente con eso, una locura. Es lo que me transmitió y así aprendí a manejar. Una vez me vieron unos policías y nos dejaron pasar. Es que era una persona muy querida, divertida, carismática. Yo nombro mi apellido y lo primero que dicen es "¡El Tano!" Es un honor ser hijo de Andrea Vianini.

Lo quiero. Se fue al lado mío. Le dí unos besos y le dije "Tano, papá, no resistas más". Ya tenía los ojos con sangre, hemorragias. Y entonces me acerco a la ventana del cuarto de hospital, respiro profundo, me doy vuelta, y ya se había ido. Se fue al lado mío, con un beso en la frente, la ventana abierta. Y fue muy fuerte. Ahora lo veo en todos lados, como si estuviera adentro mío. Ahí también estaba su hermana más grande, uno de cada lado. Pero se fue con el amor de todos.

Todo el tiempo hablaba de las carreras. Le encantaban, veía todas, rally, fórmula uno, Le Mans, Reims. Papá era un deportista y amaba el deporte. También veía fútbol. Pero era un apasionado de los autos, aunque las mujeres también era su otra pasión. Le había dicho que ni bien se pusiera mejor íbamos a alquilar un auto y salir. Pero lamentablemente estaba muy complicado. Tenía cáncer de prostata y había hecho metástasis en la cabeza y el pulmón. Estaba mal.

Vivir de esa manera, como lo hizo después del accidente, fue tremendo. No sé como lo logró. No creo que haya más de diez personas en el mundo que lo hayan logrado; vivir tanto años así, en esa situación. Yo lo buscaba, lo llevaba a dar una vuelta en auto, y si se lo ponía un poco de costado me decía "¡por fin un poco de emozione!".

"La vida—decía mi padre—siempre te da revancha. La cuestión es no desesperar". Y él esperaba esa revancha, la quería. Se ejercitaba todos los días y después se relajaba una hora en la bañadera. Porque su cuerpo no tenía buena circulación y el agua caliente lo ayudaba. Después se iba a la terraza y tomaba sol, hablaba por teléfono. Pero siempre luchando, para adelante. Había regresado a Milán, donde nació, hace un mes y medio atrás porque no estaba bien. En familia decidimos que su hermana lo traiga a un hospital en Milán. Estuvo muy bien en un principio y después decayó. La peleo hasta el último momento.De esta vida se llevó el amor de sus hijos. Se fue con eso, lo adorábamos. Y dejó ese mensaje de fuerza, de seguir adelante. Mi homenaje será hacerle una estatua. Aún no sé dónde la voy a poner, si en la puerta de mi casa o en una plaza linda en la Argentina, para que lo recuerden como era.

Por Giuseppe Vianini.

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