El 1° de junio Iliana Calabró sopló 50 velitas y lo celebró con una enorme sonrisa, rodeada por su familia y su novio, Antonello Gandolfo (50), con quien después de dos años de amor ya hablan de una boda en Italia y, aunque prefieren no ahondar en el tema, hacen frente a los rumores de embarazo que la convertirían nuevamente en madre (ya tiene a Nicolás, de 21, y a Stéfano, de 17, de su matrimonio anterior). “Si estuviera embarazada no lo contaría hasta el tercer mes ya que me pasó de perder embarazos y es algo muy doloroso de superar, más si se hace público. Gracias a Dios estoy muy bien y disfrutando de este buen momento que estoy viviendo…”, repitió la feliz mujer. Y su cómplice sonrisa fue aún más grande cuando Moria Casán, en su rol de jurado del “Bailando...”, le dijo que su rostro, su sensibilidad y su belleza, correspondían a la de una embarazada. “¡Hasta el tercer mes no se cuenta!”, dice una y otra vez Iliana Calabró. El amor la convirtió en una mujer nueva. Pero fue su propia fortaleza, su empeño y los desafíos que permanentemente se impone, los que la llevan a levantar el pulgar cada vez que se mira al espejo, orgullosa de lo que ve reflejado en él.
“Una sonrisa es el mejor maquillaje que cualquier chica puede llevar”, aseguró Marilyn Monroe e Iliana Calabró se lo grabó para siempre. La sonrisa ilumina su rostro. Y aún más cuando sus pares se le acercan con palabras de admiración por lo bien que se ve.
“No soy una obsesiva del cuerpo. Entreno con continuidad pero no con desesperación. Mi idea es ir a bailar y divertirme. Hoy mi rutina de entrenamiento es más estricta por la competencia. Salto en soga, corro, ando en bici y camino mucho. Realizo rutinas de resistencia y fortalecimiento. Tengo a mi favor un cuerpo fibroso y músculos que tienen memoria...”, confía a CARAS como parte de sus cuidados.
Disciplinada, estricta pero no obsesiva del físico como ella misma cuenta, en una íntima charla revela sus secretos para sentirse hoy más plena que cuando comenzó su carrera.“A los 50 estoy mejor que a los 20 y que a los 15 cuando era gordita”, dirá con la misma alegría que mantiene durante toda su rutina matinal de ejercicios.
“Llevo mucho años de gimnasia y el cuerpo tiene memoria. Hoy con tanto trabajo —acaba de terminar las giras los fines de semana por el interior con “Enredados”, superó la difícil prueba del “Aquadance” en el “Bailando...” y ensaya con Pedro Alfonso, Fredy Villareal, Bicho Gomez, Tomás Fonzi, Silvina Luna, Charlotte Caniggia y Flor Vigna para debutar con “Abracadabra”, en el teatro Holiday de Carlos Paz el próximo 25 de diciembre— no me queda tiempo para cumplir con el entrenamiento que antes hacía. Cuando llegué a realizar mil abdominales por día. Pero igual me cuido para siempre estar bien. Y cuando estábamos por las provincias, con Osvaldo Laport y Magui Bravi, íbamos a los gym de los hoteles y hacíamos nuestras propias rutinas de ejercicios. Hoy llego a cumplir con 600 abdominales como mínimo. Pero, como dije, por la memoria del cuerpo, enseguida me marco”, cuenta al tiempo que comienza con su entrenamiento.
A pesar del esfuerzo y el cansancio, Iliana Calabró no se queja y cumple con su rutina. “No puedo parar. Trabajo con poco peso y realizo muchas repeticiones de cada ejercicio. Porque me gusta el cuerpo femenino, con muchas curvas, y las pesas grandes no te lo dan. El aeróbico es la base de todas las rutinas. Luego cumplo con media hora de elíptico, media corriendo en la cinta y media más de bicicleta, la de spining”, relata con naturalidad. Y asegura que justamente tanta actividad es lo que la mantiene de buen humor y le activa la alegría.
“Cuando estamos por el interior, además del gym, camino mucho al aire libre y, como somos un grupo muy activo con mis compañeros de teatro, por las noches nos vamos a peñas y bailamos sin parar. Yo soy una convencida de que mover el cuerpo te pone en otra sintonía. Muchas veces voy subiendo la escalera de Ideas del Sur y pienso: “No voy a poder...” Pero cuando llego puedo. ¡Esa soy yo!”, confiesa orgullosa, Iliana Calabró.
Aunque hoy Iliana dice que con tanta actividad está debajo de su peso normal, sus medidas, 90/61/90, distribuídas en su metro sesenta y nueve y sus 52 kilos, la hacen lucir espléndida.
“Bajé como 20 kilos de aquella época de jovencita pero lo hice también cambiando mis hábitos alimentarios. Como todo sin sal ni aceite. Las verduras y las ensaladas las como solas, sin aderezos. Porque soy de retener líquidos. Pero ¡ojo! tampoco es que me mato de hambre. Por ejemplo como mucha pasta bien a la italiana, con legumbres, muzzarella, con productos ‘de la terra’, cherrys, zapallitos, berenjenas o pasta de tomates secos. Todo muy fácil de digerir. Y hago mis sacrificios. Como, por ejemplo, erradicar por completo los salames, el jamón crudo, la sal y el aceite en todas las comidas...”, revela con una mueca de añoranza. “Lo que sucede es que en el interior nos agasajan mucho con comidas riquísimas y yo soy muy metódica. Entonces cuando vuelvo a mi casa, los lunes, estoy que no puedo más. Aunque ya no soy tan dulcera como era antes. Además, también soy consciente que mi cuerpo es mi templo; mi herramienta de trabajo y, como tal, lo tengo que cuidar. Por eso, cuando hago desarreglos, concurro a lo del Dr. Rubén Muhlberger y a lo de Alfredo Cahe para que me ayuden a aflojar tensiones, con electrodos por ejemplo, por la sobre exigencia. Porque estar tanto tiempo con tacos altos y los viajes de muchas horas en micro, con las piernas quietas, hacen que se necesite un drenaje”, cuenta con todos los detalles. Tampoco se guarda secretos a la hora de develar su rutina alimentaria a lo largo del día.
“Apenas me levanto, desayuno mate y una mandarina o naranja. Son infaltables; mis comodines para regular los intestinos. A media mañana, hago un breack con un cafecito o más mate. Lo que nunca me pueden faltar son las gomitas Yumi que me ayudan a mantener mi cuota de azúcar por todo lo que transpiro mientras entreno. Para el almuerzo, como apenas una ensalada. A media tarde, me tomo un yogurth con copos, una barrita de cereal, o un turrón y, si puedo, una ‘medialunita’. A la noche sí como bien, un plato de carne, de pollo o de pasta. No vivo esclava pero hago un esfuerzo. No llego a los dos litros de agua por día porque los tomo en mate y te. Y un buen secretito cuando estás excedido, un limón exprimido en ayuna”, confiesa Iliana Calabró sin guardarse detalle.
Y a la hora de las confesiones, Iliana Calabró va por más y agrega sin dudarlo: “Para el cuidado del cutis no tengo secretos. Uso las cremas hidratantes que encuentro y el aceite que viene para la piel del bebé. Pero estoy convencida, y soy un gran ejemplo de ello, que el amor ayuda a sentirse y verse bien. Como todas las mujeres, sufro el natural deterioro del tiempo pero me acepto y me gusta la imagen que el espejo me devuelve”, concluye la orgullosa y feliz mujer.
por Gaby Balzaretti
(Prod. Alicia Blanco)
FOTOS: F. DE BARTOLO/PERFIL y E.GIMENEZ/PERFIL
Agradecimientos: Hotel Melia Buenos Aires
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