El 5 de abril celebraron dos meses de casados. En la intimidad de su piso con increíble vista a Tribeca, Vicky Xipolitakis (31) y Javier Naselli (52) levantaron sus copas y brindaron con champagna por el amor que día a día sienten los une más. El financista la sorprendió preparándole un rico plato de pollo con verduras y, solos, a la luz de las velas, bailaron al son de una romántica melodía.
Nueva York ya dejó atrás sus calles cubiertas de nieve para dar paso a una primavera que apenas comienza a asomar. Vicky lo vive con inmensa felicidad. Hace apenas unas semanas festejó la Pascua en la casa que tienen en Los Hamptons (a 160 km. de la ciudad) pero cuentan que aún el frío del invierno se hacía sentir en esa zona, cerca del mar, y por eso sólo se quedaron junto a la chimenea, comiendo chocolates, haciéndose masajes y con muchos mimos. Hoy se la ve disfrutando de un tiempo calmo, de paz, y asegura que el casamiento sólo le aportó alegría a su vida.
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“¡Soy una señora ahora y por eso estoy más tranquila! Aunque muchos no lo crean, mi vida cambió desde que me casé. Con Javier somos muy felices. Yo lo espero todos los días que vuelva de su trabajo, comemos juntos y pasadas las nueve de la noche, ya nos vamos a acostar. ¡Dormimos todas las noches juntos y abrazados! Y nos despertamos todas las mañanas juntos. Pongo el despertador muy temprano y antes de las 8 de la mañana me levanto para prepararle el desayuno y después ya no me vuelvo a acostar como solía hacer antes… ¡Ni yo lo puedo creer!”, repite Vicky con una gran carcajada.
Cuando Javier parte hacia su oficina en Wall Steet, en el Financial District neoyorkino, la inquieta rubia comienza su jornada en la que se mezclan las más variadas actividades. Algunos días de la semana va a la escuela en donde continúa tomando sus clases de inglés, otros realiza entrevistas para radios de habla hispana en la que ya todos la conocen y otros se encarga de supervisar y mantener reuniones por su ya registrada marca “VX” y para la representación de licencias.
“Además estoy muy metida en el mundo fashion y no me pierdo nada de lo que pasa en la moda. En el barrio ya soy re-conocida, también en el shopping por el que paso todos los días y alguna cosita compro. En Nueva York siento que puedo hacer todo lo que no puedo en la Argentina porque soy tan conocida. Por ejemplo, me encanta ir al market a hacer las compras. Cada mañana arranco en el Starbucks que está cerca de mi casa. Allí me tomo mi café con leche y empiezo a ver mi agenda. Porque también estoy en una agencia de Nueva York y de Miami como modelo y celebrity argentina”, cuenta sin pausa, mostrando el gran entusiasmo que le produce su vida en la gran city.
“En mi hogar me ocupo de todo. ¡En casa mando yo! ¡Jajaja! —asegura al tiempo que ríe a carcajadas—. Sólo algunos días va una señora que me ayuda un poco. Pero yo me encargo de organizar mi hogar. Todos los días llevo la ropa de Javier a la tintorería, porque él tiene que estar siempre impecable, con sus camisas súper blancas, por su trabajo. Es mi manera de ayudar para que él sólo tenga que concentrarse en sus obligaciones laborales. Todas las noches comemos juntos, puede ser un pollito con ensaladas y choclo (que no puedo engañarlo, a veces lo compro hecho…). Después nos tomamos un té y nos vamos a la cama a ver tele un rato. Nos enganchamos con la serie española “La Casa de Papel” como todo el mundo”, relata Vicky y parece increíble que sus costumbres de quedarse hasta la madrugada navegando por las redes sociales y de dormir hasta más tarde cada mañana, hoy sean parte del pasado.
“Javier me hizo entender otro mundo. El de las finanzas, que es el suyo, el de gente que vive en una sintonía muy diferente a la que yo vivía. Después del casamiento maduré mucho. Haber tenido el casamiento que tuve me permitió cumplir mi gran sueño. El llegó a mi vida como un príncipe y me elevó. Yo también le cambié la vida. El vivía sólo metido entre números y yo lo humanicé. ¡Hasta le cambié el look y lo hice más relajado! El amor nos igualó y nos mejora día a día. Javier me enseñó cosas que no conocía y yo lo hice reír como nadie lo había hecho sonreir antes. Hoy siento que estamos en una etapa de disfrute total”, dice sin perder su característico humor.
Y el tema de un hijo vuelve a imponerse en una charla íntima y distendida pero lejos del dolor que le produjo la pérdida de un bebé en los primeros días de 2018. “Eso fue muy doloroso pero ya pasó. A mí las cosas, feas o malas, no me dan temor. Porque el miedo paraliza y no te permite avanzar. Con Javier hablamos todo el tiempo de tener un hijo. Salimos de shopping y vemos ropita de bebé; ya le reservamos un cuarto en casa y sentimos que el primer hijo que vamos a tener será varón”, confiesa sin sensación de tristeza.
Sus días en Tribeca ya no son los de una turista que sólo está de paso. Ya no se siente ajena a esa gran ciudad; a los ruidos que jamás cesan, a la vorágine de sus calles y de su gente. “Aunque sí me cuesta acostumbrarme a la frialdad de las personas. Eso no me gusta. Extraño demasiado la calidez y lo humanos que somos los argentinos. Igual yo me hice algunos amigos pero no a nivel de los “hermanos” que tengo en Buenos Aires. En el barrio me aman. Me llaman “la celebrity argentina”.
Mi “amiga”, entre comillas, se llama Amanda y es mi “nana” y chofer. La conocí en el barrio un día que me perdí y como habla español me ayudó. Hoy es quien me lleva en auto a todos lados… Menos a los Hamptons que allí también ahora voy en helicóptero. ¡Me elevé literalmente y ahora me siento la dueña del aire de Nueva York! Y además, también pasé a ser la anfitriona de los argentinos que viajan. Como a Antonio Gasalla o Marley, a quienes encontré en “Time Square”, por ejemplo, y les hice de guía. Yo hablo con el peluquero, el del market que vende comida, los de los negocios, los del shopping, con todos los del barrio que me saludan cada mañana”, cuenta feliz. Y aunque Vicky es una apasionada de los chocolates, explica que a la hora de las comidas es muy sana y metódica.
“Por las mañanas tomo mi café con leche pero no como nada. Durante el día todo lo que ingiero es muy natural y bebo mucho agua. Tengo la suerte de que toda esa comida chatarra que les encanta a los americanos, a mi no me llama la atención. Eso no nutre y no me gusta. En cuanto a las calorías que pueden aportar, por ejemplo, el chocolate, camino tanto durante todo el día que lo necesito para recargar energías”, relata. Mientras que para el cuidado del físico no se reconoce como una apasionada del gym aunque sí practica deportes. “El polo, el andar a caballo, es un ejercicio muy completo y te ayuda a mantener una postura perfecta. Te hace trabajar abdominales, piernas y brazos. Pero ahora no estamos en temporada de polo y hace mucho que no salgo con mis caballos. Con la llegada del calorcito volveré a esa rutina que amo. Pero ahora descubrí mi deporte oculto que es el esquí. Nos fuimos con Javier a Vermont, un lugar de bosques y nieve casi al límite con Canadá, a sólo 3 horas de Nueva York, que es el paraíso. Sólo un rato con el instructor me bastó para salir a esquiar como si lo hubiese hecho toda mi vida. Me sentí libre ante el mundo. Desconecté de todo. Y encima la nieve te tensa la piel, te hace como un lifting en la cara… Ahora tengo profesores para todo, inglés, polo, esquí… Todos los maestros que no tuve de chica los tengo de grande…”, dice ante el estruendo de una nueva carcajada.
Y, al mismo tiempo Victoria confiesa que el único problema que puede provocar un pequeño enojo en Javier, es la “maldita” tarjeta de crédito. “Estoy más medida porque Javier me hizo entender el mundo de las finanzas. Yo todo el tiempo estoy haciendo acciones solidarias para lugares y gente que necesita de ayuda económica y eso no está en discusión. Pero a veces tenemos pequeñas peleítas por la liquidación de la tarjeta. Por ejemplo, cada vez que tenemos un evento me compro todo un equipo de ropa de firmas famosas y accesorios (ahora descubrí a un diseñador que le hace algunos vestidos a la cantante Nicki Minaj y que me encanta). También voy muy seguido a la peluquería, que es el mismo coiffure que peinaba a Melania Trump. El tema es que me encanta comprar cosas para la casa. Y acá hay negocios que tienen de todo y cosas divinas. Además, ahora también voy a comenzar a armar nuestra casa en Buenos Aires para no tener que parar en hoteles cada que vez viajamos. ¡Y es re-difícil ser ama de casa! Ahora lo descubrí y entiendo a todas las mujeres. Ahora soy la señora de Nasseri y lo acompaño a las reuniones muy serias que tiene. Pero todos se terminan riendo conmigo porque saben que soy real y se divierten. Así soy yo y en eso no voy a cambiar jamás. Ese es mi espíritu. Infantil y divertida. Ese es mi ángel”, revela.
Y entre sus planes de proyectar hacia el futuro, Victoria no descarta la posibilidad de regresar a la televisión o hasta al teatro luego que se instalen más en la Argentina. “Hoy tengo la posibilidad de elegir qué me conviene hacer. No debe aceptar una propuesta por un tema económico. Estudio cada cosa que me ofrecen y veo si me conviene o no. Por supuesto que la plata es muy importante porque de eso vivo, no quiero depender sólo de mi marido. ¡Quiero ganar dinero con lo que haga! Y me gustaría, si tengo la posibilidad en mi país, de hacer una comedia o algo de conducción en el futuro. Aunque aún no tengo muy en claro qué puedo hacer que no me consuma tanto tiempo porque, por ahora, seguiré viajando mucho. Y mi gran próxima movida es armar el que será mi nuevo hogar en la Argentina”, advierte mostrándose muy segura de lo que no quiere hacer y que fue parte de su pasado como vedette.
por Gaby Balzaretti