No soportaba la idea de ser una carga para sus familiares, por eso en los últimos meses, a María Inés de Lafuente Lacroze no le era ajena la idea del final: “No quiero vivir tanto tiempo como mi mamá”, solía decir a sus íntimos. Convivió los últimos meses con el peso de ser el sostén familiar luego de la muerte de su madre, en 2012, y de sobrellevar el dolor por la pérdida de su hijo Alejandro. “Estaba muy triste, pero era muy fuerte. No demostraba ni pedía nada. Fue una pérdida enorme para la familia”, confió un allegado. Sin embargo, lejos de encerrarse en sí misma, estaba siempre pendiente de ayudar a los demás. De hecho, sus amigos la habían apodado cariñosamente como “0-800”, porque siempre estaba dispuesta a darle una mano a quien la necesitara. “Su frase más habitual era: `¿Qué necesitás?´”, explica esa misma persona, quien además cuenta que solía enojarse si se enteraba que alguien necesitaba algo y no se lo decía.
Frente a la muerte de su madre, en 2012, Lafuente tuvo que asumir la responsabilidad manejar los designios de su madre, concentrados en la administración de la Fundación Fortabat, en cuya órbita recayó la dirección del museo de arte de Puerto Madero, valuada en más de 100 millones de dólares, y en el holding Estancias Unidas del Sud, con más de 170.000 hectáreas repartidas en varias provincias y unas 140.000 cabezas de ganado.






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