La imagen data de los 90. Candela Vetrano (27) se desenvuelve con soltura en el panel de un recordado living televisivo junto a otros chicos de su edad que hablan sin esperar a que conductor del ciclo, Dady Brieva (62), les de la palabra. Salvando las distancias, y algunos videos de Youtube que acreditan su temprana formación en las ligas de Cris Morena, la actriz formada en canto, teatro y comedia musical, recapitula: “Había algo medio actoral que ya me pasaba. Parecía una niña agrandada pero no sé si yo era así, aunque me recuerdo muy personaje”.
Café de por medio, post grabación de la tira de época de eltrece, la intérprete que compone a Anna en ATAV (Argentina, Tierra de Amor y Venganza) no bebe su infusión sin antes fotografiarla. “Bien Instagramer”, se adjudica Vetrano y entonces recién, con la tarde libre de compromisos, se sumerge de lleno en los años 30: universo ficticio que le permitió llevar a la pantalla del prime time temas que atraviesan la actualidad como el aborto, la violencia de género y el rol de la mujer en la denominada década infame.
“Desde el primer momento Anna es una víctima, aunque yo la quise mostrar más desde el lugar de una mina dolida que estaba mal con todo lo que le sucedía y un poco con el mundo también. Que crece en un lugar en el que no se siente identificada y, como consecuencia, se enamora de hombres que le pueden ofrecer una mejor vida pero la terminan defraudando. En un comienzo mi personaje aborta, le sale mal y eso es algo que sucedía mucho en la época. Tocar este tema me ayudó a entender y a reafirmar todavía más mi postura ante esta situación”, asume.
—¿Reafirmó también su feminismo?
—¡Yo soy re feminista! Pero a mi manera. Estoy encontrando la manera de militar, mis formas. No soy una persona combativa y me parece que la gente muchas veces recapacita a través de la reflexión o mostrando ejemplos. Siento que todo lo que pasó este año sin dudas me afectó y me modificó. Yo quizás no soy tan estricta u ortodoxa y me parece que también hay que darle tiempo a las viejas generaciones. Trato de no culpar a la gente que se está modificando con el cambio.
—¿En qué siente que la modificó?
—En muchos aspectos. Hoy, por ejemplo, me encuentro militando en comidas con mi familia, marcando cosas que hace un año literalmente no estaba atenta para nada. Yo misma me sigo encontrando pensamientos machistas que quiero cambiar. Antes no tenía ni idea lo que era el feminismo y hace un año recién lo estoy ejerciendo.
—Pero sin formar parte del Colectivo de Actrices Argentinas...
—No, porque no se dio y tampoco me surgió a mí acercarme. Me parece que está buenísimo por lo que están luchando que es lo que todas queremos. Pero siempre me costaron las cosas colectivas, donde siento que no puedo tomar las decisiones de todo o llevar las riendas. Me cuesta muchísimo delegar eso.
—Su personaje atraviesa situaciones que hoy se debaten como la práctica de un aborto. También es
engañada por un hombre que luego ejerce violencia de género sobre ella.
—Esa es la magia de los autores para mí, de Carolina Aguirre y Leandro Calderone. Y con todo lo que le pasa a mi personaje el desafío mayor era tratar de encontrar en la tristeza diferentes estados y entender que no siempre estamos tristes de la misma manera. De chica me pasó de tener una relación tóxica con alguien más grande aunque siento que ponerle el título de violencia es demasiado para lo que yo pasé que no fue más que un novio celoso. Pero fue un aprendizaje estar con alguien que no bancaba tanto mi trabajo y me lo tiraba medio para abajo. Quizás alguien se me tiraba en un boliche y él me decía: “Seguramente algo hiciste”. Todo lo hacía desde
una manipulación que hoy de grande pienso: “que hijo de p...”.
—¿Es cierto que recibe comentarios machistas y hasta insultos de mujeres vía redes sociales?
—Sí y te juro que cuando los leía no lo podía creer. Me llamaron muchísimo la atención las agresiones porque Anna claramente es una víctima y todo lo hace es para buscar una salida porque quiere creer en el amor A veces me sorprenden algunos que dicen: “Anna sos una boluda” “Dale bola a Córdoba”, “No seas tarada”. Siento que si la mujer hubiese estado en el lugar del personaje de Córdoba sería una pesada, pero como es el hombre yencima es guapo es diferente. Pero por suerte en la calle no me pasa, la gente tiene una reflexión de lo que hace tu personaje y me cuelgo hablando con ellos. Soy muy afortunada de ser parte de este equipo.
—¿Siente que cambió la manera de trabajar en un set a raíz de las crecientes denuncias de abuso de
muchas de sus colegas?
—Es verdad que ahora hay un híper respeto cuando vas a grabar, de los camarógrafos y técnicos. De no hacer ciertos chistes. Sinceramente yo tuve la suerte de que nunca me pasara nada, pero pienso en lo que una vivía en el boliche y es angustiante. De no dejarme pasar, las veces que me manosearon la cola y sentí que no era dueña de mi libertad.
—Comparte la profesión con sus hermanas mellizas.
—¡Es que somos las tres del mismo signo y nos interesa lo mismo! Yo soy la más conocida pero en una reunión familiar siempre hay algo muy artístico. Mi papá, que hoy tiene una fábrica metalúrgica, de joven tenía un grupo de teatro bien de barrio que se llama: “Disconcert”. También tengo un primo bailarín y otra prima que es Clown y viajó por toda Europa. Julieta, mi hermana, ahora estrenó su primera película pero desde la producción. Creo que está bueno que cada una reafirme qué es lo que quiere hacer, como en su momento a mí también me pasó que tuve que reafirmar mi profesión y preguntarme: ¿Esto es lo que quiero hacer?
—¿En qué etapa de su vida se lo planteó?
—Cuando terminé la serie infantil “Supertorpe”. Pensaba: “¿Esto es lo único?” Quería hacer cosas que estuvieran buenas pero no ser una actriz comercial, creía que mis gustos tenían que ver con el under. Aunque después me di cuenta que no era eso. Que un producto puede ser comercial y estar bueno. En ese momento encima mi vieja me decía: “Si te llamaron, anda al Bailando”. Y no entendía que no tenía nada que ver con lo que yo quería hacer...
—¿La volvieron a convocar?
—Sí, este año me llamaron pero para mí es un montón de exposición. Obviamente es tentador en un punto y te da la sensación de: “no sé qué va a pasar, qué me van a decir”. Pero para mí saca algo medio monstruoso en la gente. Yo sueño con que se hable de mi trabajo, no quiero que vean mis miserias (risas) por algo actúo.
—El año pasado lanzó su propia marca “Come to mama” a la que bautizó como “un museo de cosas”.¿Siempre alimentó ese espíritu emprendedor?
—¡Re! Eso me lo inculcó muchísimo mi mamá, contadora y maestra jardinera. Ya de chica yo vendía pulseritas en la playa y tenía mi marca: “Pecas”. Tenía pedidos, los hacia a la noche y al día siguiente los entregaba y con esa plata me iba a los jueguitos. ¡Ese fue mi primer trabajo!
—Se independizó a los 19 años y lleva 8 viviendo sola. ¿Tiene planes de convivencia con su pareja, el
actor Andrés Gil?
—En agosto nos mudamos, ya tenemos nuestro lugar. Después de nuestro viaje a Tailandia volvimos re enamorados, conviviendo en lugares hostilísimos, fuimos un equipo y cuando volvimos le dije: “no paro de pensar en esto”. Se la tiré... (ríe) Yo siempre viví sola ytenía miedo de ser una vieja loca con miles de tics. Pero es muy lindo sentir que estamos motivados mutuamente.