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El esperado aniversario de bodas de Felipe VI y Letizia Ortiz está a solo 24 horas de distancia. Aunque se ha hablado mucho sobre este evento en las últimas semanas, la emoción y el romanticismo parecen haber quedado atrás. La reciente sesión fotográfica familiar, donde los Reyes parecen más amigos que pareja, ha sido un reflejo de esta situación.
El 22 de mayo de 2004 fue un día memorable en la catedral de Almudena y más tarde en el Palacio Real de Madrid. La ceremonia, marcada por una intensa lluvia, se celebró bajo la mirada de 1.700 invitados y millones de televidentes. Sin embargo, detrás de la fastuosidad y el esplendor, la unión de Felipe y Letizia no fue bien recibida por todos, especialmente por algunos miembros de la realeza que miraban con recelo a la familia de la novia, en particular a su padre plebeyo y divorciado.
La ceremonia religiosa estuvo a cargo del polémico Rouco Varela, y el banquete que siguió fue un montaje impresionante. Los asistentes disfrutaron de un menú exquisito que incluía bogavante y aves, culminando con un pastel nupcial de 150 kilos. Todo esto se llevó a cabo en solo 1 hora y 20 minutos, demostrando la eficiencia de la organización.
El gran secreto de la boda de Felipe VI y Letizia Ortiz
José Rodríguez Tarín, ex Guardia Real y director del Hotel Wellington, fue el encargado de coordinar este evento. En este sentido, reveló detalles sorprendentes sobre la logística: 300 camareros, de los cuales 180 eran militares de la Guardia Real sin experiencia previa en hostelería, recibieron un curso intensivo de protocolo para garantizar el éxito del evento. Estos camareros, incluyendo 60 mujeres disfrazadas, realizaron varios ensayos generales para perfeccionar cada detalle.
El despliegue de seguridad y la preparación meticulosa del banquete fueron dignos de una operación militar. Los esfuerzos para mantener las apariencias fueron titánicos, reflejando la presión y el escrutinio constante que rodearía posteriormente a Felipe VI y a Letizia Ortiz.
AM
