La historia de Estefanía de Mónaco y Daniel Ducruet marcó una época en el pequeño pero glamoroso principado de Mónaco. Este romance, que desató controversias y ocupó los titulares de los años noventa, no solo capturó la atención mediática por la naturaleza del vínculo, sino también por las tensiones que generó dentro de la familia Grimaldi.
A comienzos de los años noventa, Estefanía de Mónaco sorprendió al mundo al enamorarse de Daniel Ducruet, un joven francés que había llegado a Mónaco como agente de policía y se desempeñaba como guardaespaldas de la familia real. Ducruet, que había trabajado en empleos tan diversos como pescadero y dependiente en una tienda de mascotas, no encajaba en el perfil que se esperaba para la princesa rebelde. Sin embargo, entre cenas en la Gran Manzana y encuentros durante el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco, nació una atracción que pronto se convirtió en un romance.
En marzo de 1990, los rumores comenzaron a cobrar fuerza, y Estefanía pidió personalmente que Ducruet se uniera a su equipo de seguridad durante la gira promocional de su disco Stéphanie. Así, el vínculo entre ambos dejó de ser un secreto. Tres años después, el amor se formalizó con el nacimiento de su primer hijo, Louis, en noviembre de 1992, seguido por Pauline en 1994.
La traición que impactó en Estefanía de Mónaco
Contra todas las expectativas y la aparente desaprobación del príncipe Rainiero, padre de Estefanía, la pareja se casó el 1 de julio de 1995 en el Ayuntamiento de Mónaco. Por un breve período, parecía que el escándalo había quedado atrás, y los monegascos comenzaron a aceptar la relación. Sin embargo, la felicidad duró poco.
Un año después, en agosto de 1996, el matrimonio se desmoronó tras la publicación de unas fotografías que mostraban a Daniel Ducruet en un momento comprometedor con una reina de belleza belga, Muriel de Mol-Houtteman. Aunque las primeras imágenes tomadas en un autódromo parecían inofensivas, las posteriores dejaron poco a la imaginación. Las declaraciones de Ducruet, que intentó asumir la culpa públicamente, no fueron suficientes para reparar el daño. “Me siento avergonzado, yo soy el culpable. He traicionado a Estefanía y a mis hijos”, afirmó.
Tras la ruptura, Estefanía pasó meses recluida en el Palacio de Mónaco, enfrentando el juicio de la opinión pública y tratando de superar el golpe emocional. Aunque el romance con Ducruet había llegado a su fin, la princesa rebelde intentó rehacer su vida con otros amores, incluyendo otro guardaespaldas, Jean Raymond Gottlieb.
Décadas más tarde, los hijos de Estefanía y Daniel lograron construir un puente entre las familias Grimaldi y Ducruet. Henri Ducruet, padre de Daniel y abuelo de Louis y Pauline, fue un pilar importante para los nietos y bisnietos, manteniéndose siempre alejado de los reflectores. Su funeral, celebrado en enero de 2024, reunió a ambas familias en un acto de reconciliación simbólica.