En junio de este año, la Reina Isabel II celebró el Jubileo de Platino, por sus 70 años en el trono británico. Durante un fin de semana de cuatro días, se llevaron a cabo distintas actividades en honor a la monarca, que contó con un desfile militar, un servicio especial de Acción de Gracias en la Catedral de San Pablo de Londres, una carrera de caballos y un concierto musical en el Palacio de Buckingham. En una carta de agradecimiento al finalizar el desfile de clausura, Isabel II dijo que estaba “honrada y profundamente conmovida” por las celebraciones y aseguró que sigue comprometida con servir como monarca con el apoyo de su familia. “Mi corazón ha estado con todos ustedes” expresó.
La soberana británica además contó con uno de los homenajes más especiales, y que todo el mundo puede contemplar en primera persona hasta el 2 de octubre de este año. En el Salón de Estado del palacio de Buckingham se encuentra la exposición “Ascenso al trono de la Reina”, que muestra los retratos oficiales de Isabel II en su juventud y también algunas de sus joyas más espectaculares.
Pero si estás interesado en conocer la majestuosa colección de Coronas de la Reina Isabel II, estas se pueden visitar en la Torre de Londres. Esta atracción turística es un gran museo y una de las visitas más interesantes que se puede hacer en la capital británica, ya que permite conocer uno de los tesoros más excelentes del mundo, compuesto por 23.578 piedras preciosas. La visita a las Joyas de la Corona Británica es el punto más importante dentro del recorrido en el castillo histórico.
La colección cuenta con las Coronas reales e imperiales de Inglaterra, Escocia e India, junto con otros elementos como orbes, espadas y cetros:
La pieza más importante de las joyas de la Corona Británica es la Corona de San Eduardo. Esta pieza fue elaborada para la coronación del rey Carlos II y desde entonces es la que se utiliza para coronar a los monarcas del Reino Unido.
En 1838 se realizó la Corona Imperial del Estado para la coronación de la reina Victoria. En el centro de la cruz de la parte frontal, esta pieza lleva un rubí procedente de una virgen del Monasterio de Santa María la Real de Nájera y que fue llevado a Inglaterra como botín de Eduardo de Woodstock.
La Corona Imperial de la India está guardada junto al resto de las joyas de la Corona Británica, aunque no es parte de ellas. Es la única corona de un monarca británico que tiene ocho diademas, a la manera de las coronas europeas continentales, en lugar de seguir con la tradición de las coronas británicas, que solo tienen cuatro diademas.
La Diadema del Estado de Jorge IV fue realizada en 1820 para que este monarca luciese durante el traslado a la Abadía de Westminster antes de ser coronado. Posteriormente fue usada en la procesión de la coronación por la reina Victoria y en la actualidad Isabel II la emplea, desde hace 70 años, en cada la apertura del Parlamento. Se trata de una corona abierta de diamantes, que está adornada con ocho florones, cuatro con forma de cruz patada y otros cuatro formados por los emblemas vegetales de los territorios que integran el Reino Unido (la rosa heráldica por Inglaterra, el cardo por Escocia y el trébol por Irlanda).
La Corona Pequeña de la Reina Victoria fue encargada por la monarca que lleva su nombre en 1870. La particularidad de esta corona es su pequeño tamaño, ya que la Corona Imperial del Estado le resultaba pesada e incómoda a la Reina. Esta pieza se compone de 1300 diamantes y está decorada con cuatro florones con forma de cruz patada, alternados con cuatro florones con forma de flor de lis, que se encierran con cuatro diademas rematadas con un orbe.
Con motivo de la coronación de su esposo Jorge VI en 1937, se realizó la Corona de la Reina Isabel. Esta pieza es la única de toda la colección que fue realizad en platino y sigue el diseño de la Corona de San Eduardo y del Estado Imperial. La Reina Isabel lució esta pieza en 1953, sin diademas durante la ceremonia de coronación de su hija Isabel II, ya que es posible desmontarlas fácilmente. Contiene además el diamante más antiguo conocido, el Koh-i-Noor que habría sido descubierto en 1304.
Entre 1901 y 1902 se elaboró la Corona de Jorge, una pieza para el Príncipe de Gales, futuro Jorge V de Reino Unido. Esta pieza es muy similar a la de San Eduardo, pero posee dos diademas en vez de cuatro.
La Tiara de la Reina María es una de las piezas más conocidas e importantes de la colección, ya que fue un regalo a los duques de York (Jorge V y la reina María de Treck) para su boda en 1893. Aunque originalmente era coronada con perlas, con el tiempo estas serían sustituidas por diamantes. La reina María le regaló esta pieza a su nieta, la princesa Isabel (futura Reina Isabel II) con motivo de su matrimonio con el príncipe Felipe de Grecia en 1947.
Otra de las piezas más célebres y valiosas de la colección británica es la Tiara Rusa Kokóshnik, realizada en 1888 para las bodas de plata de los príncipes de Gales, el futuro rey Eduardo VII de Inglaterra y la princesa Alejandra de Dinamarca. La obra seguía el estilo de los kokóshniks, unas piezas típicas de las labradoras rusas que la corte de los zares había transformado en preciosas joyas. Contiene sesenta barras de platino incrustadas de 488 diamantes.
La tiara más conocida y utilizada de la colección real es la Tiara Vladímir de la Gran duquesa María Pávlovna. La Gran duquesa de Rusia era una de las grandes coleccionistas de joyas de la corte de los zares, y poseía una impresionante colección. Esta pieza habría sido tomada durante la Revolución Rusa en 1917 y luego recuperadas a su propietaria. Cuenta con quince círculos de diamantes, cada uno con una perla engastada dentro. La Reina Isabel II lució esta pieza en ciertas ocasiones, sustituyendo las perlas por esmeraldas.
La colección de las Joyas de la Corona Británica se completa con cetros, espadas, anillos, cucharas y brazaletes, todos elementos llenos de historia.