Entre el estreno de la serie de Meghan y Harry y la primera Navidad sin la reina Isabel II, todas las miradas estaban dirigidas a la Corona. La reunión familiar del domingo en Sandringham tenía las chances de convertirse en el gran evento. era más que esperada. Los Windsor, fiel a sus tradiciones, asistieron al oficio religioso en la iglesia de Santa María Magdalena, en el castillo donde pasan estos días festivos.
Kate Middleton se robó todas las miradas y los titulares, pues si bien su look era impecable el centro de atención fue el regalo que le hizo el príncipe Guillermo. La princesa de Gales lució un abrigo en verde oliva con el sombrero en el mismo tono realizado a medida por la firma de tocados de la familia real.
Kate llamó la atención porque sus aros eran nuevos, quienes están pendientes de su estilismo rápido lo advirtieron, pero lo notorio más allá de que fueran una pieza nueva en su armario uy que eran regalo de su marido de lo que se habló es que los aros eran colgantes realizados en latón reciclado y enchapado en oro fino, con diferentes cuentas de colores.
Lo destacable de los pendientes es que se trata de un diseño único, ya que al estar fabricado con piedras naturales, es muy raro que haya dos iguales, así cada aro se convierte en una pieza única porque es raro que de unos a otros varía el color y el tamaño.
Kate Middleton no es la primera vez que luce diseños de la forma Sezane, y como sucede con las celebridades rápidamente se agotan, pues en la página web se pueden encargar y esperar por ellos. El precio fue lo más llamativo, ya que se consiguen por 95 euros, combinación perfecta, su valor y que los luciera Kate.
La princesa de Gales acostumbra a llevar alhajas de miles de euros muy alejados de las posibilidades de cualquier persona. En esta ocasión Guillermo optó por unos aros de muy bajo costo puesto que el broche que le regaló anteriormente el hijo del rey Carlos III trascendió que era de gran valor.
La joya en cuestión era una pieza única con mas de 100 años de historia que había sido adquirida en Bentley & Skinner. El príncipe Guillermo pagó 16.500 euros, era un diseño calado con un diamante central, redondo y brillante de 0,35 quilates, además de otros dos diamantes en talla baguette, uno en la parte superior y otro en la inferior, con un peso total estimado de 4,5 quilates. Las piedras preciosas están montadas sobre platino y fueron engarzadas alrededor de 1920, así que además de valiosa, se puede considerar una joya histórica.