No primó el color negro aunque se trataba de una triste ocasión, incluso hasta salió el sol. Como la princesa Cristina hubiese querido, el color se apoderó de su último adiós. Máxima de Holanda y el rey Guillermo estuvieron allí para despedirse de quien se ha destacado por ser "la rebelde" de los Países Bajos, la que renunció a sus derechos dinásticos por amor.
Girasoles y estridentes tonos de ropa, fueron la forma con la que el soberano junto a su mujer y toda la familia real homenajearon a la fallecida, que siempre será recordada por su buen genio y pasión por la música. Todos los asistentes lucieron en sus solapas una flor, signo de vida y de que sin lugar a dudas, el espíritu jovial de Cristina permanecerá con cada una de las personas que la quisieron.
La tía del rey Guillermo había sido diagnosticada con cáncer de huesos hace exactamente un año y finalmente a sus 72 años partió de este mundo. Su círculo más íntimo participó -de manera informal- esta mañana del cortejo fúnebre que partió desde el Koepel van Fagel hasta el Koetshuis situado en el Palacio Noordeinde, en La Haya. Fue sin protocolo y para unos pocos. Por supuesto que estuvo la princesa Beatriz, hermana de la fallecida princesa.
Así mismo, se la pudo ver a Máxima visiblemente triste, con la mirada perdida y sin desprenderla del suelo, contenida por su esposo. Según informaron los medios internacionales, las hijas de la argentina no estuvieron presentes.
La princesa Cristina se convirtió en la primera de la familia en ser cremada. Habitualmente, todos los miembros de la corona eran enterrados en la cripta de Delft, pero los últimos en hacerlo fueron los padres de Cristina, la reina Juliana y el príncipe Bernhard. Ellos murieron en 2004 y aún permanecen allí.












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