Finalmente y después de recorrer muchas propiedades, Meghan Markle —que el 4 de agosto celebró sus 39— y Harry (35) consiguieron el “soñado hogar” en el que criar a su pequeño hijo Archie Harrison Mountbatten-Windsor (1).
Luego de “alquilar” durante los primeros meses en los que aterrizaron en Los Angeles, a 140 kilómetros de esa ciudad consiguieron lo que tanto buscaron. Una mansión ubicada en la exclusiva y muy privada zona de Montecito, en Santa Bárbara, que fue construida en 2003 sobre un terreno de 1600 metros cuadrados que incluyen jardines, un estanque y una piscina exterior con yacuzzi.
“Es nuestra primera casa”, habría dicho la pareja luego de firmar los papeles y recibir las llaves, previo pago de 14.5 millones de dólares. “¡Aquí es donde queremos criar a Archie y que tenga una vida lo más normal posible”, comentaron a sus íntimos.
Con vecinos famosos como Ellen DeGeneres, Oprah Winfrey y próximamente Gwyneth Paltrow (quien está construyendo una gigantesca casa), fue la mansión ideal para ellos. Pero para que pudieran comprarla y evitar una hipoteca, el padre de Harry, el príncipe Carlos (71) debió ayudarlos con algunos millones ya que la pareja aún no terminó de saldar la deuda que tienen con su abuela, la reina Isabel II (94) por las renovaciones que habían hecho en Frogmore Cottage en Windsor.
“Riven Rock” —o “Roca Hendida” llamada así por sus largos jardines entre terrenos de rocas— posee 9 habitaciones, 16 baños, con muebles afrancesados, salas de estar con alfombras persas y piano de cola, comedor, salón de juegos con mesas de billar y póker, biblioteca, cine con barra de bar, bodega de piedra, gimnasio, terrazas rústicas con barbacoa y una casa de huéspedes que ya fue destinada a Doria Loyce Ragland (63), la madre de Meghan.
La mansión está rodeada por plantaciones de olivos, rosales y cipreses y hasta tiene una pagoda sobre un lago artificial. Sus dos plantas fueron decoradas con un claro toque “rústico clásico”, en tonos ocres y beige, con pisos de piedra, vigas de madera oscura, grandes arañas y varias chimeneas de mármol.
Aunque la casona es muy clásica y la compraron con todos los muebles y decoraciones que ya estaban, dicen que Meghan irá cambiando su aspecto. Lo primero que hizo fue plantar Ficus Pandurata, la planta que está de moda entre los decoradores de Santa Bárbara.
Otro pequeño detalle que se encargará de hacer es “exorcizar” la mansión ya que se acaba de enterar que allí vivió el multimillonario Sergey Grishin y su bella esposa rusa Anna Fedoseeva quien durante años fue víctima de su “violento y despiadado” marido que la sometió a “golpes, agresiones, abusos, secuestro y amenazas”, como confesó y quedó registrado en varios documentos judiciales.
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