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Cuando la presión de la vida pública y las responsabilidades reales se vuelven abrumadoras, Estefanía de Mónaco encuentra su refugio en un lugar lejos de las miradas indiscretas y los flashes de los paparazzi: el Château de Marchais.
Este castillo del siglo XVI, situado al norte de Francia, es el escondite perfecto no solo para la princesa rebelde, sino para toda la familia Grimaldi, incluyendo a sus hermanos Alberto y Carolina.
Así es el escondite perfecto de la familia real de Mónaco
El Château de Marchais no es simplemente una propiedad más para los Grimaldi, sino que se convirtió en el santuario donde la familia puede escapar del ruido de Mónaco y disfrutar de momentos de tranquilidad.
Adquirido por la familia en 1854, el castillo se ha mantenido como un lugar de retiro, donde la historia y la intimidad se entrelazan en un entorno casi impenetrable para el mundo exterior.
Estefanía, conocida por su espíritu indomable y su vida llena de decisiones que rompieron con el rígido protocolo real, ha hecho de este castillo su refugio predilecto, especialmente cuando las tensiones familiares o personales alcanzan un punto crítico.
El castillo, rodeado de más de 1.500 hectáreas de jardines y bosques, fue transformado en una fortaleza moderna por su padre, el príncipe Rainiero III, quien instaló dispositivos de seguridad para proteger la privacidad de la familia. Esta discreción ha hecho que existan muy pocas imágenes del interior del castillo, aumentando su aura de misterio.
El complejo es tan extenso que supera en tamaño a todo el Principado de Mónaco, y en él, Raniero III llegó a albergar una manada de camellos y otros animales exóticos rescatados de un zoológico en quiebra durante los años 80. Este peculiar detalle es solo una de las muchas historias que rodean a este enigmático lugar, que ha sido escenario de innumerables celebraciones familiares, incluyendo la boda de los bisabuelos del príncipe Rainiero III, Alberto I de Mónaco y Lady María Victoria Hamilton, en 1869.
VO
