El rey Felipe, la reina Letizia y la princesa Leonor encabezaron como cada año el acto del 12 de octubre por el Día de la Hispanidad en homenaje a la bandera nacional española. Este año el evento se desarrolló en la Plaza de Neptuno en el epicentro de Madrid junto al actual presidente de España, Pedro Sánchez. La tradicional ceremonia parecía fluir exquisitamente hasta que empezaron a caer las primeras gotas de lluvia sobre las esculturas de la plaza central y sobre los hombros de su Majestad Letizia.
Cómo fue el sorpresivo enojo de la reina Letizia
La lluvia se robó rápidamente el protagonismo del acto e hizo que se cancelara la exhibición área de las Fuerzas Armadas. Mientras los uniformados seguían desfilando ordenadamente, el diluvio cada vez llegaba con mayor fuerza hacia la familia de la dinastía borbónica a pesar de estar protegidos con paraguas. De repente, la reina se aleja de donde se encontraban Felipe y Leonor para refugiarse del agua y fue allí cuando comenzó a gestarse el mal momento que tuvo que atravesar Letizia.
Letizia decidió apartarse de la ceremonia y quedarse en un rincón, alejada del desfile para esperar que la precipitación lograra aplacarse. Rápidamente, la princesa Leonor se acerca hacia su madre y estas entablan una conversación inaudible mientras la orquesta ejecutaba con precisión el ritmo del himno nacional español.
La reina, a pesar de portar el temple protocolar que la caracteriza, se mostró con gestos de preocupación acerca del futuro de la ceremonia y por momentos enojada por no haber previsto los condiciones meteorológicas. Mientras se debatía si continuar o no con el desfile, Letizia optó por terminar de observar la ceremonia real sentada y luciendo desde la distancia su vestido rojo cubierto por un largo tapado de gabardina color camel y joyas de rubíes y diamantes. Luego de esta tensa situación finalizó el desfile y las celebraciones por el Día de la Hispanidad continuaron desde el Palacio Real, protegidos de las arbitrariedades del clima.