Cuando se conocieron el sábado 18 de diciembre fue pura ley de atracción. Benjamín Vicuña (43) asistió complacido al bautismo de Ana García Moritán (seis meses) invitado por su ex mujer, Carolina Ardohain (44), y el destino lo recompensó.
El actor chileno, por ese entonces vinculado con la diseñadora Romina Pigretti, no pudo ocultar lo mucho que lo cautivó ese día Eliane “Eli” Sulichín (32), hija de un matrimonio muy apreciado en la alta sociedad –el de Miguel y Karin Sulichin– y cuyo corazón también estaba en modo dubitativo. La disponibilidad de ambos facilitó la conexión y acortó los tiempos de gestación del romance, cuya confirmación se produjo el fin de semana que pasó en Punta del Este.
Hacia allí viajó Benjamín ni bien dispuso de una pausa en la filmación de El Primero de Nosotros, la ficción de Telefe próxima a estrenarse, y de la película Miénteme. Y allí estaba Eli, veraneando junto a su familia en la imponente residencia de La Boyita vecina a la de Marcelo Tinelli (61). Ansioso como pocas veces de llegar a la costa uruguaya, Vicuña se refugió en la cálida Posada Tamarindo, de José Ignacio, muy próxima a la casa de Sulichin. Y el sábado después del mediodía no dudaron en aparecerse juntos por el parador La Susana, el point que marca tendencia en José Ignacio, para que a nadie le queden dudas de la relación.
Comieron con una pareja amiga de él, la de Lucas Langelotti con Soledad Fandiño, y cuando terminaron se volvieron cómplices a la posada. Recién se separaron el domingo a la medianoche, ya que el lunes a la mañana “Benja” regresó a Buenos Aires. Ese mismo día asistió al cumpleaños de su ex, “Pampita”, señalada por algunos como la celestina. Un presente en el que se le alinearon los planetas al chileno, enamorado de la chica que lo deslumbró y, a la vez, en plena armonía con su primer mujer.